Inscripción del templo de Delfos

El ensueño, el sueño y el Extasis son las tres puertas abiertas al más Allá, de donde nos viene la ciencia del alma y el arte de la adivinación. La evolución es la ley de la Vida. El número es la ley del Universo. La unidad es la ley de Dios.

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jueves, 11 de junio de 2009

Una sirena de 6 años

El mismo día en que tu diminuta presencia confirmó que estabas aquí, que habías atravesado la sutil frontera y no sólo existías en mis sueños, yo ya sabía que eras una niña. No me preguntes cómo: no sé explicarlo. Te imaginaba niña, y te hablaba como a una niña.Así que, meses más tarde, cuando la ginecóloga anunció con una gran sonrisa (porque conocía mis preferencias) que aquel todavía frágil ser que vivía en mi vientre era de sexo femenino, a mí no me pareció ninguna novedad. Sin embargo, apreté fuerte la mano de tu abuela, que estaba presente, muy pegada a la pantalla donde te veíamos dormir plácidamente, y le dije, como si acabara de enterarme: “Qué suerte, mamá: lo que queríamos”.Mi madre, tu hadita, se emocionó hasta el punto de no poder pronunciar palabra. Sólo cuando salimos de allí, me pidió que parásemos en plena calle para abrazarme hasta casi dejarme sin aliento.
Yo recuerdo aquel paseo a casa como una ensoñación, una fantasía en la que yo flotaba, feliz, pensando que el mundo era perfecto desde aquella mañana.
Tu nombre fue Marina desde mucho antes. Desde siempre.Durante todo el mes anterior a tu nacimiento, el ya caluroso mes de mayo de Valencia, yo había acudido casi cada mañana a la playa. Forzada por leyes naturales a arrastrar todo el día aquel enorme peso, sólo encontraba alivio en la suave y fresca caricia del mar. Paseaba por aquella orilla, arriba y abajo, y tú te revolvías, empujabas desde dentro con tus piececitos, de forma que yo sentía claramente tu inquietud, tus impaciencia por disfrutar de aquel inmenso azul que era ya el bálsamo más efectivo y uno de los más queridos amigos de tu madre.Y entonces ocurrió. Fue así de sencillo: Él me susurró tu nombre. El suave nombre de mi hija iba y venía mecido por la brisa mediterránea. Se sumergía, jugaba con la espuma y volvía a mí como una melodía: Maaa riiii naaaa…Así que fue él, el mar, quien me recordó que siempre te habías llamado así.Cuando me pides que te hable “de cuando estabas en mi barriguita”, yo te explico, entre otras muchas cosas, el origen de tu nombre. Y, como un cuento, te relato lo que sucedió aquel día en la playa. Te lo he contado tantas veces, que cuando alguien te pregunta por qué te llamas así, tú siempre dices, de la forma más natural del mundo: “Es que el mar es mi amigo desde antes de que yo naciera”.Pero tú me sigues pidiendo que te cuente, y que te lo vuelva a contar. Y no me dejas cambiar ni una palabra del relato original.Y no hay más que verte en la playa para comprobar que realmente es así. El mar se sabe tan querido por ti, que te ofrece su amistad sin límites. Nunca tienes bastante agua, ni bastante arena, ni bastantes caracolas. Entras al mar y sales, y vuelves a entrar, y le hablas, y le cuentas historias en las que tú eres la princesa Sirena que sale de vez en cuando a saltar las olas. Y vas bailando por la orilla, imaginando quizás que llevas un vaporoso vestido largo, y una corona de plata y nácar, y te diriges al baile real de tu palacio oceánico. Los bañistas, las otras mamás, los otros niños, todos, mayores y pequeños, te miran sorprendidos y fascinados. Te siguen con la mirada mientras tú, ajena al espectáculo que tú misma protagonizas, sigues danzando, levantando los brazos como una bailarina en el Lago de los Cisnes, cantando melodías que inventas, … Yo misma no puedo apartar de ti mi mirada. Y me da por pensar, no sé… que quizás seas una sirenita realmente. Y que tu padre y yo tenemos suerte. Mucha, mucha suerte.Luego coges tu cubo y lo llenas de piedras, de algas, de conchas, un tesoro que, por supuesto, te quieres llevar. Y así nos llenas la casa de mar. Luego, tu propio aroma marino, que llevas adherido a la piel, llena cada habitación de brisa, de luz y de magia.
Y siempre sonríes, Marina. No hay niña más sonriente que tú. Y más cariñosa, y más dulce. Hadita, que conoce bien mi afición a la pintura, siempre me dice: “Si hubieras pintado la niña ideal antes de que Marina naciera, no te habría salido tan perfecta.” Y acierta, una vez más.Eres una niña llena de talentos, de dones que regalas a todas horas, sin pensártelo dos veces. Una auténtica inspiración para los que tenemos la suerte de tenerte cerca.Hoy hace seis maravillosos años que nos regalas tu existencia. Hoy cumples seis luminosos años rodeada de cariño, de ese brillo especial que siempre te acompaña, y de buenos presagios. “L´angelet” (el angelito), te llaman por el barrio…Persigue siempre tus sueños, sirenita, ellos te están esperando. Tú misma eres un sueño hecho realidad, un sueño que confirma que los deseos más profundos pueden llegar a cumplirse. A veces, con una perfección que ni siquiera te habías atrevido a soñar.Feliz futuro, preciosa Marina, dulce princesa de los labios de fresa, y… feliz cumpleaños.

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