Si muere la mujer a la que has amado de una forma total, plena, te sorprenderás; ciertamente es un poco triste, pero no te vuelves loco ni nada por el estilo. No te golpeas el pecho llorando y gritando: Me voy a matar. Ya no puedo vivir. Si has amado a una mujer totalmente y muere, ciertamente hay cierta tristeza... pero es una tristeza hermosa, no es más que una despedida silenciosa. Pero no te suicidarás, ni lloraras desconsoladamente durante meses y años. Puede que derrames algunas lágrimas, pero esas lágrimas no serán de desdicha y sufrimiento; al contrario, serán de gratitud, de agradecimiento.
Estás agradecido a esa mujer, te ha dado mucho. Ha hecho de ti una persona adulta; ha derramado mucho amor sobre ti. Y tú no te sientes culpable, porque has dado todo lo que has podido.
Si no has amado a la mujer de una forma total, te sentirás culpable. Y esa culpabilidad te hará sufrir. Así que te irás al otro extremo: llorarás desconsoladamente, no comerás y te sentirás desgraciado durante meses, años, quizás durante toda tu vida, porque en el fondo ahora lo estás repitiendo. La mujer se ha ido, y tú nunca la has amado. Y ahora ya no la volverás a ver. Ya no podrás pedirle perdón. No le podrás decir: Perdóname. No te he amado como debía de haberlo hecho. Ahora llevarás esa experiencia incompleta flotando sobre ti como una nube oscura.
En el psicodrama volverás a vivir esa experiencia de nuevo, recrearás la fantasía. Y una vez que puedas volver a recrear esa fantasía- aunque sea tu imaginación-, o puedas volver a representarla con alguna otra mujer que haga de ella, si eres capaz de volver a representar todo el acto, si eres capaz de ir a través de toda la representación, te sentirás liberado. Habrá un punto final. Estarás fuera de la jaula.
OSHO - La Geometría de la conciencia- Enseñanzas místicas de Pitágoras