Entonces ella trajo el tablero de ajedrez y jugó con él, pero Scharkán, en lugar de mirar sus movimientos, no apartaba la vista de su bella boca y ponía el caballo en lugar del elefante y el elefante en lugar del caballo.
Ella rió y dijo:
- Si es así como juegas, no sabes nada del juego.
-Esta es solo la primera partida- repuso él-. No me juzgues por ello.
Las mil y una noches.